Subestimados, tratados injustamente por hordas de curiosos “huelemoles”, e infravalorados bomberos de Tampico…
(Crónica de la atención a una emergencia)
Desde el Cuartel General ubicado en el bulevar Perimetral Fidel Velázquez tuvieron que llegar, al estar cerrada la vieja estación del palacio municipal debido a la reconstrucción de la calle Díaz Mirón, donde se solía ubicar, de fijo, una brigada con vehículos y equipo.
Así que ingresaron por la calle Colón sin que muchos automovilistas reprobados en todo menos en obtener su licencia de forma corrupta les cedieran el paso, y al llegar a la Olmos habiendo rodeado hasta la Rivera, lo mismo: conductores “cerrados” de la cabeza que no saben lo básico de la educación vial les obstruían la libre circulación sin dejarlos pasar.
Por fin llegan a la esquina de Capitán Emilio Carranza y, ayudados por elementos viales que han cerrado ya el tránsito desde el cruce de la calle Juárez, se meten en contrarruta hasta la inmediación de esa cuadra, donde ha ocurrido un conato de incendio.
El siniestro es en el segundo piso del edificio de dos plantas que ocupa la “Plaza China”, negocio chino, como lo dice su nombre, del que los primeros en evacuar corriendo fueron los dueños de origen asiático, y a ellos los siguió su personal, así como los trabajadores de los locales laterales, como la pollería “Cuky Fried Chicken”.
El personal de este último establecimiento, en su mayoría chicas, ha dado, junto a su encargado de turno, un ejemplo auténtico de orden, responsabilidad y disciplina en cuanto a seguridad laboral se refiere: hasta supieron en qué momento, ya todas juntas, debían cruzar a la acera de enfrente en completa calma pero sin detenerse, y lo hicieron al cerciorarse de que la última de sus compañeras salía del local.
Los negocios de enfrente, la mayoría dedicados a la venta de chácharas y artículos parecidos, fueron lo totalmente opuesto: siguieron operando como si nada sin que elemento de Protección Civil alguno se apersonase por ahí a auxiliar a sus pares del equipo municipal contraincendios, pero el que de plano se pasó fue un negocio de ropa usada estilo “Lagunilla” que está frente al banco más cercano.
Situado en la misma cuadra, uno de sus empleados, sujeto de educación seguramente trunca, se la pasó gritando estupideces (según él vaciladas) poniendo el ambiente aún más tenso en ese tramo saturado, ya a esas alturas, de curiosos y viandantes que para nada evitaban circular por ahí, donde los bomberos, enmedio de todo ese caos, se afanaban en cumplir su misión de atender la contingencia, combatir el siniestro y acabarlo cuanto antes.
Entraron para ello tanto por la planta baja como por el segundo piso, a éste desde afuera, usando escaleras, marros, mangueras y todo aquello que de su equipo les resultó necesario.
No pasó más de media hora antes de que detectaran y neutralizaran la situación, y aunque al momento de redactar esta crónica no se tiene información sobre si hubo alguna persona dañada, nadie reportaba tal cosa en el momento de la emergencia… a Dios gracias.
Los que sí salen siempre dañados, en este caso sofocados y medio intoxicados (cuando no intoxicados y medio) son los apagafuegos de Tampico, con el escaso equipo de que los proveen el patronato y la autoridad municipal, cuando de ellos se acuerdan.
Una anécdota más para la bitácora del bombero, héroe urbano de la ciudad al que una vez al año le aplaude el municipio, con festín, reconocimiento y algún mini aumento salarial incluido… cuando hay.