“NORMAL”: UN COLCHÓN VIEJO EN LA CALLE

Una imagen lamentablemente común en Tampico y su región, de un par de décadas a la fecha…

Imagen lamentablemente común en Tampico y su conurbación es la de muebles y colchones viejos echados a la vía pública para que “alguien” pase y se los lleve.

Antaño, todavía a finales del siglo pasado, los abuelos y bisabuelos de hoy en día, entonces padres de familia, solían todavía esperar a que pasara el camión o carreta del “fierro viejo” para ver cuánto les daban o, en su defecto, les pedían por cargar con tales cacharros.

Un hábito ordenado que en esta zona se perdió por el gradual aumento de un problema que en ciudades no portuarias, como la capital del país, apenas ubican como nuevo y le han dado hasta un nombre: gentrificación, llaman a su hallazgo los milenials y las actuales generaciones frágiles.

Lo cierto es que ese desequilibrio ambiental por la invasión constante de núcleos sociales ajenos a la población, terruño y cultura locales, ha sido una dinámica de siempre en zonas costeras del orbe, como el sur de Tamaulipas.

Pero por lo menos en otros años, en una época anterior al arribo de lo “políticamente correcto” (en realidad hipocresía social) y del relativismo, eran los “nuevos en la colonia”, los “recién llegados a la ciudad”, quienes tenían que adaptarse a las reglas, usos y costumbres de su nuevo lugar de residencia, y no al revés.

Y así, lo que al inicio del siglo y milenio actuales empezó a ser la nueva imagen de Altamira, por la llegada de nuevos pobladores de otros estados que se mudaron al municipio por cuestión laboral, es actualmente un fenómeno que acabó por transformar la imagen de todo en entorno conurbado.

De modo que se volvió cosa ya incontrolable para la autoridad el que gente anónima, colonos o no, haga de la calle un tiradero en sectores populares de la mancha urbana, y en aquellos que carecen de una vigilancia y del orden que sí tiene un fraccionamiento del estrato económico que sea.

Por lo que hasta ahora no se ha hallado programa de limpieza, ni contenedores, ni campaña de concientización, que haya podido erradicar de los cabezas duras “invisibles” la pésima costumbre de arrojar desde una botella de pet a la banqueta o zona de rodamiento, hasta un refrigerador inservible o un colchón usado.

Como el que se ve en la imagen, que permanecía recargado a una cerca en una estrecha banqueta de la avenida Cuauhtémoc, a la altura de la colonia Primavera, en Tampico, este sábado.

Y eso que en esta ciudad basta con contactar al área de Servicios Públicos para que envíe una camioneta recolectora de “basura especial” sin costo alguno.

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