FÓSILES DE ACERO EN LA JUNGLA URBANA

Trilobites de la mecatrónica y de la era industrial que se dejan ver en la calle Tamaulipas, del centro de Tampico…

Como un tipo de trilobites de la mecatrónica: cual fósiles de la era industrial que sobresalen en la jungla de concreto al igual que mana el petróleo en un pozo, o se asoman las huellas prehistóricas en una roca, así se dejan ver los rieles del desaparecido tranvía de Tampico en la calle Tamaulipas.

Curvas como el planeta, y los ciclos que se cierran y las vueltas de la vida, son las vigas que aún prevalecen a ras del suelo en las inmediaciones de la mencionada vialidad y su cruce con la calle Aduana: barras de metal planas que se pierden en el infinito de una antigua ruta ya desconocida.

Restos del acero funcional y de la época en que la electricidad llegó a Tampico, rastros de un tiempo perdido que permanecen justo ahí: a las afueras de la antigua estación tranviaria hasta la que llegaban aquellos furgones, hoy en día ya fugitivos de la memoria colectiva.

Porque el imaginario de la gente actual, cuando oye hablar del tranvía en esta ciudad, se remite a la réplica turística automotriz que no precisa de vías plantadas en el pavimento para hallar en su trayecto la zona de rodamiento.

Es lo que queda de toda una época: algunas costillas de fierro de aquellos mamuts rodantes diseñados por el hombre que se desplazaban por las calles del puerto hacia las colonias, y a la playa, y llegado su tiempo también a Ciudad Madero, llevando consigo a la población como el medio de transporte colectivo más barato en sus días.

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