En virtud de un tratado de 80 años de antigüedad, Estados Unidos y México comparten las aguas del río Colorado y del río Grande, respectivamente. Sin embargo, debido a la grave sequía y a las altas temperaturas, México se ha retrasado mucho en el suministro, lo que pone en grave peligro la capacidad del país para cumplir sus obligaciones.
Algunos políticos dicen que no pueden dar lo que no tienen.
Es un argumento difícil de aceptar para los agricultores del sur de Texas, que también sufren la escasez de lluvias. Dicen que la falta de agua procedente de México los está llevando a una crisis, dejando el futuro de su agricultura en la cuerda floja. Algunos líderes tejanos han pedido al gobierno de Biden que retenga la ayuda a México hasta que no se resuelva el problema.
Ambos países se enfrentan a la perspectiva de otro verano largo y caluroso, y muchos tienen puestas sus esperanzas en una tormenta que haga crecer los ríos mexicanos afectados por la sequía. Sin embargo, expertos afirman que rezar para que llueva es una estrategia arriesgada y cortoplacista frente a un grave problema a largo plazo.